RUINAS DE KUELAP. PERÚ.

Uno de los viajes más alucinantes que he hecho en mi vida fue en Perú el año 1986, y lo hice a las ruinas de la fortaleza Kuelap, una edificación que se encuentran en los principios de la selva Peruana. Machu Pichu es alucinante, pero este yacimiento arqueológico tiene una bellaza especial que luego explicaré. Estas ruinas están situadas ceca de la ciudad de Chachapoyas, capital del departamento de Amazonas, en el noreste Peruano. La aventura no empezó aquí. El viaje fue de los que no se olvidan.
Tenía un amigo que era de esta ciudad y me invito a pasar unos días, coincidiendo con las fiestas patronales. El trabajaba en otra localidad, Tarapoto, que estaba a unas 7 horas en coche .Tarapoto es una ciudad frontera de la selva peruana. El clima es tropical y hay mucha humedad. Salí de Lima en avión hacia Tarapoto, allí me esperaba mi amigo. Nos quedamos esa tarde para salir temprano el día siguiente. No me imaginaba lo que iba a ser el viaje. Nos montamos en su todo terreno. También viajaban con nosotros unos parientes suyos que iban a las fiestas. A mi me reservaron el asiento del copiloto. Menos mal, por que sino atrás me muero seguro. La carretera solo estaba asfaltada los primeros kilómetros, luego se convirtió en una carretera de tierra. Y eso que se suponía que era de carácter nacional. Lo que tenía esa pista no eran baches, eran trincheras de la primera guerra mundial. A el coche no le debía tener mucho cariño, porque pensé que una de esas se rompía fijo. Nos encontramos varios derrumbes por el camino. Como a veces eran demasiado voluminosos, la carretera se iba adaptando a las circunstancias y cada rato aparecía un desvío o una curva, que unos días antes no estaba. La mayoría del tiempo la carretera discurría serpenteando el curso de un río que no se cual era. Los precipicios a veces eran considerables. Pero lo que es tener veinte años, que uno no tiene miedo a nada. Ahora no iría ni de coña ¡
Bueno, con los riñones que no sabía donde se me habían caído, llegamos a Chachapoyas al atardecer.
Esta, una ciudad pequeña, que conservaba la herencia española que se refleja en edificios, tanto civiles como religiosos. Me alojé en su casa. Era una vivienda bastante grande, de dos plantas, con las habitaciones que daban a un patio interior. Muy bonita, la verdad.
Dimos una vuelta , pequeña, porque se nos acabó rápido el pueblo, pero como teníamos que madrugar al día siguiente para ir a Kuelap, pues mejor.
Nos levantamos como a las 6 de la mañana. En esta zona al amanecer suelen aparecer nieblas vespertinas que luego van despejando. La sensación es de frío y soledad. Desayunamos, que yo le pregunté, que la leche de donde era, porque sabía rara de narices. Claro, era leche entera, ordeñada por la mañana. Fuerte de carajo.
Un poco de pan con mantequilla y de nuevo al todoterreno. No me acuerdo cuanto tardamos en llegar, seria una hora o poco mas. Nos llevó su padre porque el seguía ruta a otro sitio y al final de la tarde nos recogería. Fuimos mi amigo Lucho, yo y dos hermanas suyas. El padre nos dejo en la ladera donde se ubicaba la fortaleza. Yo miré hacia arriba y desde ahí no se veía. Me dijo que estaría a una hora en mula, Eh! Como en mula, le dije ?. Hombre, si quieres subir andando, hazlo, pero vas a tardar el triple, el sendero está empinado, me respondió. Yo mire a los mulos y miré a la cuesta y tampoco había mucho que pensar….al mulo.
Empezamos a subir, un hombre guiaba los mulos. Íbamos en hilera porque el sendero era estrecho. Era una colina no muy escarpada, pero de pendiente constante. Íbamos serpenteando y a cada vuelta esperaba encontrarla, pero nada, fue lo que dijo, sobre una hora y pico.
La fortaleza por fin, después de una revuelta apareció. Realmente no se puede describir con palabras la sensación que sentí. Era una enorme pared de unos 1200 metros de largo con una abertura en forma de cono invertido.
Debieron ser todas las peripecias del viaje, pero me sentí como si fuera yo mismo el descubridor.
Primero, que no había nadie más que subiendo. Todo el yacimiento era para nosotros. Además estaban mas o menos tal cual las habían descubierto años atrás ( 187??).
La vegetación cubriendo las paredes, maleza por todos lados. Esa sensación de que estas en el quinto pimiento. Era de una estampa de lo más bucólica.
Por fin nos bajamos de las mulas. Que dolor de culo. El último tramo lo hicimos andando. Serían unos 300 metros. Era espectacular acercarte y ver como se iba haciendo cada vez mas grande la estructura.
El señor de las mulas nos preguntó: si íbamos a estar mucho tiempo, el tenía que bajar. Le dijimos que sí. Que bajaríamos andando .¡Craso error !, como luego explicaré.
Habíamos llevado unos bocadillos y nos quedaríamos unas 2 o 3 horas. El de todas maneras se quedó con nosotros un rato para que descansaran las mulas.
Solo la vista era impresionante. Eran 360 grados de paisaje que alcanzaban cerca de 100 kilómetros. Por eso su localización estratégica.
Muchas veces es tan importante además de ver las cosas, como las ves. Por eso es una experiencia alucinante el poder visitar este yacimiento sin que no existan mas personas salvo nosotros. Se que ahora el viaje está mas organizado y hay excursiones que te llevan, pero cuando estuve yo, eso era aventura pura y dura. Por eso no es comparable con Machu-pichu que había estado un año antes, con tanta gente deambulando por ahí, pierde un poco su encanto.

Estuvimos varias horas viendo todas las ruinas, sus edificios, las puertas que son espectaculares, y como dije antes la vista, que es infinita. Total, que era hora de bajar. Se estaba haciendo tarde y había un trecho de bajada.

Como a las 5 de la tarde nos pusimos en marcha. No habíamos calculado que tan dura es la bajada como la subida, y ahora no teniamos los mulos. Las piernas y los tobillos se van resintiendo, y teníamos que parar cada poco. El caso es que como era otoño anochecía temprano y cerca de las 6 empezó a oscurecer. La cosa empezó a pintar negra como la noche. El camino se bifurcaba cada poco y a veces era difícil saber cual era la pista principal. Y cada vez más oscuro. Mi amigo Lucho empezó a prepocuparse. El había subido un par de veces y siempre de día. Al no haber casas ni luces no habia referencia, y aunque siempre era hacia abajo, de repente el camino se empinaba y tenias que dar media vuelta. Yo creo que tardamos unas 2.30 horas hasta que llegamos. Su padre estaba abajo y el hombre mosqueado de narices. Pero bueno, el caso era llegar. Fué es una experiencia que no se olvida. Era una zona muy alejada y la gente del entorno, pues, es así de esa manera.
Lo cierto es que aquí no acabó la aventura, todavía quedaba alguna sorpresa más. Después de algunos días lógicamente había que regresar. La verdad otra vez esa carretera tortuosota, no era lo que mas deseaba. Había una opción diferente. Una vez a la semana llegaba un avión del ejército del aire, debido a la existencia de una base militar cercana. Y como volvía de vacío, llevaba a todos los que querían y cabían a Lima.
Pues me dije… mejor que la ruta trans-andina será, digo yó…
El susodicho avión no tenía una hora prefijada de llegada, simplemente sabían que despegaba de Lima y en un par de horas, sino hacía escala en otros sitios, aterrizaba en Chachapoyas. Además se oía llegar y como tardan un rato en dejar la carga, daba tiempo a llegar al aeropuerto. Aeropuerto es un decir. Era una pista de tierra, pero solo la pista, ni torre, ni bar ni nada de nada Solo un enorme pista de tierra y punto. Yo cuando me dicen, ya esta el avión llegando, vámonos a preparar a subir al aeropuerto y veo eso, pues como me sorprendió un poco. Claro, son los veinte años, que no te llama la atención nada. Bueno nada, que no tenga dos buenas piernas y un cuerpo, por no decir otra cosa.



Ahí subimos y esperamos que terminaran de bajar la carga para subir nosotros. Los que han vivido por estas zonas saben que lo que se llama ceja de selva, al atardecer, debido a la proximidad de la selva, la humedad se empieza a condensar y son muy corrientes las tormentas. El caso es que si iba haciendo tarde y el avión no salía. Estábamos ya sentados en una especie de red larga que va a lo largo del avión, que parece que estas en una silla de playa.
El avión aceleraba los motores y paraba , así varias veces. Lo que es la ignorancia, mejor es no saber nada. Uno de la tripulación bajaba y mirada uno de los motores. Y venga acelera y venga baja a ver. Ya le pregunté ….Que pasa no salimos hoy nó?.
Como? Dijo …Concha su madre ….Hoy llegamos a Lima como sea. No hay nada más peligroso que un piloto sin miedo, y normalmente los pilotos militares les gusta el riesgo. Lo cierto es que el cielo se estaba poniendo negro, pero negro negro. Y llegó el fatídico momento de despegar. Como si le metieran un cohete por el culo. Salió a toda leche, vibrando como una coctelera, porque claro la pista de tierra lisa, lisa, no era. Y remontó, que la verdad que daba miedo. Lo malo fue cuando se metió entre las nubes. Como se movía. La verdad todavía me acuerdo y han pasado muchos años. Peor viaje en mi vida. Lo curioso es que los demás estaban tan normales, ni una cara desencajada, ni una mueca de miedo. Que tíos!
Pasar los andes con muchas nubes y encima bastante raso, y en esos aviones que no van presurizados, dá canguelo, os lo prometo.
Cuando aterrizamos en Lima, bese el suelo, como el Papa.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante tu relato. Da ganas de conocerlo.

Anónimo dijo...

Me ha divertido y gustado tu descripcion del viaje. Enhorabuena por tantos sitios que conoces.
Patricia,

Anónimo dijo...

vaya amigo tu si que conoces muchas ciudades ..... ese es mi anhelo.... quizas llegue ..... mis felicitaciones y saludos mas sinceros.

Alejandro -G

Argentina

Javier Adán dijo...

Gracias por vuestros comentarios. Viajar junto con la lectura son una de las mayores fuentes de desarrollo personal. Suerte y a viajar, y no hace falta irse demasiado lejos, se puede viajar en el mismo sitio que se vive.

Anónimo dijo...

Enhorabuena por este nuevo espacio que compartes. Espero que te queden muchos, muchísimos magníficos viajecillos por hacer y nos los dejes por aquí.
Un abrazo
Lola

Jinner Arellanos dijo...

Increible lo que cuentas, yo naci en Chachapoyas, pero de todo lo que narras solo he vivido la experiencia de salir al aeropuerto cuando el avión esta llegando. Hoy a cambiado todo para bien, la infraestructura hotelera no será la mejor, pero de que esta creciendo lo esta, las vías ya no son las aventuras que cuentas hoy ya todo es asfaltado e inclusive la vía a Kuelap a mejorado, aún no esta asfaltada pero esta afirmada y te acerca como a 20 minutos caminando. Gracias por visitar el Perú y comentar con emoción.

javier adan dijo...

Jinner. Gracias por tu comentario. Me imagino que todo habrá ido mejorando. También es verdad que con el desarollo se pierde mucho del encanto de la aventura. Guardo un recuerdo muy entrañable de Chachapoyas. deje buenos amigos allí.
uno de ellos fue a Gladys Villacres Diaz . Una buena amiga . Con su hermano hice el viaje desde Tarapoto por carretera. Que aventura.
la verdad que Perú es un pais impresionante.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Te felicito, tremenda aventura. Continua viajando que es el alimento al espiritu y el placer del alma.

FESTICHINCHA dijo...

Me mori de la risa con tus emociones narradas. Hoy es otro Perú. Abrazos y bien venido siempre